Dos respuestas al artículo «Un síntoma que no tiene nombre» de Sergio Zabalza

Pauperización del lenguaje y lógica de las piedras, bombas, injurias y difamación

 

Jorge Chamorro*

Estimado Sergio:

                                 Sobre el fondo del trabajo y la confianza supongo mutua, quiero comentar tu texto publicado en Página 12 y ahora en movida Zadig España.

Espero que podamos eludir las voces adjetivantes que encarnan en nueva versión, lo que fue el comisario político y que llamo: correctores ideológicos, que nos rodean.

Las últimas reflexiones que hice las dirigí a mis amigos, justamente porque quiero conversar, dialogar, y no injuriar.

Pero la lógica de las piedras está vigente entre nosotros, ahora bombas, y en nuestro medio, difamación e injuria.

En primer lugar, el tono de tu texto parece de afirmación y denuncia, excelente si estamos en el campo político.

Como bien sabemos, en el campo político no se juega la verdad como adecuación, sino la interpretación ideológica de los hechos.

Es lo opuesto a la interpretación psicoanalítica.

Sabes que el deseo del analista, cuya manifestación es la interpretación, deja vacío el lugar del sentido y la ideología es sentido.

El sentido y las fragilidades del discurso se expresan en los adjetivos, por esa razón en general no condicen con el deseo del analista.

Noto en tu texto una proliferación de ellos, que lo separan de un texto psicoanalítico. Te recuerdo algunos: horror, criminal, flagrante, cinismo, nefasto, canallesco, simulacro, indigno. ¡Impresionante!.

Hasta ahí, no hay problema, ¿qué se te puede reprochar?

Pero cuando colocas conceptos del psicoanálisis lacaniano aparece un uso de ellos que me sorprende, no voy a decir me horroriza…. Merecen una crítica conceptual.

Pero lo que quiero interrogar como síntoma de nuestra comunidad, que vos expresas en superlativo, es el vaciamiento del discurso psicoanalítico producido por el discurso político.

Se sabe, Lacan los diferencia claramente.

Tu texto invierte la propuesta de Jacques A. Miller de intervenir en la política.

Hay que recordar que se trata de hacerlo desde el campo del psicoanálisis.

Ubicarse en este campo no se hace citando a Lacan ni usando conceptos para envolverlos en adjetivos, declaraciones, denuncias, injurias e insultos, y agregar luego:  “el inconsciente es el Discurso del Otro”.

Si nos ubicamos en el campo del psicoanálisis, a mi entender, nos orientamos con el síntoma sea en un análisis o en el campo social. Síntoma quiere decir un dato especial de un todo.

No se trata de la persona, no se trata de la sociedad, no se trata de un gobierno ni de latinoamerica, se trata de un rasgo.

Si seguimos este camino, en primer lugar debemos precisar síntomas, reconocerlos, recortarlos.

Te propongo un ejemplo: la justicia. Es evidente que la justicia argentina  responde a climas políticos. Es seguro que ninguno de los presos desde Milagro Sala y todos los demás, estarían en la cárcel si el gobierno no hubiera cambiado.

En ese punto yo leo fragilidades de la democracia y del sistema republicano.

Ni yo ni vos tenemos confianza de que la justicia dirima las cosas, digamos, objetivamente.

Creo, te pregunto, ¿Vos denuncias a la justicia que enmarca este gobierno y nó del anterior?

Yo desconfío de ambos, hará falta hablar de Nisman. El sí que murió en la lógica de la dictadura. Al que se opone, “aniquilarlo”, es el significante que tomo Videla, ¿no? , ¿Recordás quién lo suministró?

Siempre me llamó la atención una frase del jefe de gabinete en la puerta de la Casa de Gobierno, 48 hs. después de su muerte: “Nisman era  un turro”.

Nosotros, se supone, entendemos de enunciaciones, ¿no?.

Este sujeto, en lugar de ser sancionado, fue premiado como candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

Desconfiar no es bueno para nadie porque debilita el lazo social.

El tema de la corrupción es lamentablemente de una profundidad muy importante en nuestro país, que excede a cualquier gobierno.

¿Esto quiere decir que cada gobierno protege a sus corruptos y encarcela a los de los otros? Seguro que sí. Pero, esto no convierte a los corruptos encarcelados en presos políticos.

Ojalá, si cambia este gobierno vayan presos todos los corruptos de ahora.

Tu texto concluye: es la dictadura y das tus pruebas que, por supuesto son discutibles, además no las comparto.

Entre otras razones porque yo viví la dictadura y me parece desmerecer lo que allí ocurrió, y comparar lo incomparable.

Dos anécdotas de aquellos tiempos vienen a mi recuerdo:

1) Una entrevista con Silvio Frondizi, abogado, a la semana se lo llevaron y apareció acribillado a balazos en Ezeiza, en la puerta de su casa mataron a su yerno.

2) Estaba en la cola del cine, adelante mío estaba Ortega Peña y su mujer. Él era el Director de la revista que expresaba el pensamiento de los Montoneros.

Le pregunté si él no corría peligro?, me contestó que no creía que fuera para tanto. Lo mataron esa tarde, creo que en Santa Fe y Cerrito.

Este era el clima que se vivía en la previa al desencadenamiento de la dictadura, con Isabel Perón en el gobierno y la triple A en ejercicio pleno e impune.

Me cuesta comparar aquella situación con la actualidad.

En conclusión terminemos con la llanura de los chistes y volvamos a Tokuro. [1]

*Psicoanalista, miembro de la AMP (EOL). Miembro de Zadig-Argentina (Nudo Libertad del deseo, subnudo Populismo y Estado de derecho).

[1] Lamborghini, Osvaldo. La causa justa. Tomo II, Ed. Sudamericana. 2003


Juicio, prejuicio y posverdad sobre la libertad de prensa

 

Jorge Losicer*

 

En su nota “Un Síntoma que no tiene Nombre” aparecida en Página/12 el ppdo. 4 de enero [1] y que incluyó en la publicación de Zadig–España [2], el Lic. Psic. Sergio Zabalza,

Sostiene:

«… en el marco de una situación política y social inédita desde el retorno a la democracia en el año 83: a la criminal represión, los presos políticos, el avasallamiento a la independencia de poderes, la persecución a opositores y la flagrante corrupción del gobierno, vale sumar que la coartación de la libertad de prensa ha dejado de ser una amenaza para constituirse en el dato relevante de estas últimas semanas. Ya no existen voces críticas en la televisión y/o su presencia en la pantalla y otros medios apenas alcanza una mínima condición.»

Explica:

«Para ser claros, no sólo se trata del creciente temor para hacer explícita determinada pertenencia partidaria sino del efecto que sobre los sujetos –cualquiera sea su credo político– ejerce la creencia naturalizada según la cual quien tiene poder también posee derecho y saber. Así, el actual gobierno reproduce en la escena social compartida las instancias psíquicas con que el síntoma somete al sujeto: censura, represión y olvido.

la censura de prensa conspira en el ejercicio de encontrar la palabra para describir un estado de cosas que, según dicen: no es una dictadura, pero que sin embargo nos empuja a un frenético, indigno y quasi colonial retroceso.

el simulacro democrático neoliberal amenaza tragarse al estado de derecho primero, y al cuerpo social después.»

Y concluye:

«La cuestión hace objeto de un muy particular interés a la relación entre psicoanálisis y política en nuestra América Latina, cuyo ultimísimo y vertiginoso devenir explica por qué la represión que asesina personas no es posible sin la sistemática pauperización del lenguaje que la censura de prensa y un creciente y generalizado amedrentamiento provocan.»

Pues bien, las presentes líneas no referirán a la relación de tales cuestiones con el psicoanálisis –saber que el suscripto querría tener pero no tiene– sino en la denuncia contra el actual gobierno de censura de prensa e incluso del propio pensamiento individual.

Para ello, se impone como previo poner dichas manifestaciones en el contexto del pensamiento general de su autor.

La cuestión alude al rigor que es de exigir a la verdad, racionalidad que es llamada a ceder su lugar a la “posverdad”, neologismo cuyo sentido no es de fácil aprehensión.

El propio Lic. Sergio Zabalza facilita esa traducción:

En una entrevista publicada en Perfil el 3 de septiembre de 2017 [3], se le interrogó y respondió:

«— ¿Se puede desde la psicología manipular a los votantes? ¿Alguno lo hizo en la campaña?

 —Sí, a través de la manipulación emocional que redunda en esa suerte de abismo entre las palabras y las cosas que hoy llaman posverdad.

 La misma termina por resultar en un cinismo que enferma y socava la capacidad referencial del lenguaje, por lo que el interlocutor comienza por quedar descolocado para terminar descreyendo de sí mismo.

 No se trata de la ironía propia de la mayéutica socrática que propicia la novedad y quiebra los estereotipos, sino de la maniobra que sustrae al interlocutor su capacidad de discernir.

 Al consultorio suelen llegar muchas personas atormentadas por este ejercicio de poder enloquecedor. El cinismo corrompe el lenguaje, que es la trama del lazo social. Si los totalitarismos de antaño te prohibían hablar, hoy el neototalitarismo liberal te ordena hablar para que no digas nada. Pareciera que el cuerpo se ha desanudado de los problemas del alma.»

Así pues, el autor de referencia afirma, con toda razón, que la tal “posverdad” resulta en un cinismo que enferma y socava la capacidad referencial del lenguaje, fechoría que asigna al discurso del actual gobierno al que, por tanto, califica de “neototalitario”. [4]

El contexto ideológico en el que se inscriben esos calificativos, obvio per se, queda inequívocamente revelado en la proclama que el citado pronunció el 21 de enero de 2016 en Página/12, esto es, a escasos cuarenta días de gestión del actual gobierno –asumido el 10 de diciembre de 2015– tiempo que le bastó para arribar a drásticas conclusiones siendo que, como es por demás evidente que les eran previas. Así, peor que “posverdades”, semejan a preconceptos o prejuicios, es decir, a una concepción ideológica y, como tal condicionante del discurso.

Concluye allí –recuérdese, a seis semanas de gestión del nuevo gobierno–:

«Estamos viviendo un atropello a las instituciones y a la libertad de expresión inéditos desde el retorno de la democracia. Esto acontece junto a una transferencia de recursos a los sectores más concentrados de la economía, despidos y represión. Medidas tomadas por un núcleo político que llegó al gobierno con un discurso de tono evangélico, la promesa de hacer honor a la República y terminar con la pobreza. Para este escenario, no existe adjetivo más aplicable que el cinismo.» [5]

Luego, a los cinco meses del actual gobierno, el 19 de mayo de 2016, el autor que seguimos avanza a la denuncia de la “estafa electoral sin precedentes”, frente a lo cual:

«… vale preguntarse qué factores subjetivos intervinieron para que millones de trabajadores pusieran en riesgo las conquistas obtenidas por la hueca propuesta de un Cambiemos.

 Lejos de Estocolmo y otros síndromes, lo que está en juego es el masoquismo primordial que distingue al ser hablante y por el cual una persona soporta amigos que se burlan, jefes maltratadores o pésimos gobernantes sin necesidad de estar secuestrado ni ser sometido a la tortura…

 La tarea de empoderar a los ciudadanos debe tener en cuenta este oscuro aspecto de la condición humana: el masocrismo (perdón: masoquismo…) primordial.» [6]

Con esa pretendida boutade, el Lic. Sergio Zabalza rinde homenaje al diagnóstico de los votantes del actual gobierno como “masoquistas anales”, peculiar hallazgo del Lic. Psic. Alejandro del Carril. [7]

Ya en tiempos más recientes, 28 de diciembre de 2017, el Lic. Sergio Zabalza alude nuevamente a la “posverdad”; dice:

«Hay quienes hablan de posverdad para referirse al fenómeno por el cual en nuestros días los personeros del poder político y económico pueden decir cualquier disparate o canallada sin que sus dichos les reporten mayores consecuencias. … Cuando el emisor del mensaje, el otro que escucha y todos los testigos coinciden en la falsedad de una frase sin que esto suponga la descalificación del mentiroso, estamos en el terreno de la barbarie discursiva. Como no podría ser de otra manera, aquí el poder mediático y sus espadas en la justicia son quienes ofician como el Atila de la palabra.» [8]

En una anterior columna de junio de 2017 titulada “Que a los otros les vaya peor”, el Lic. Sergio Zabalza afirmaba:

«La “gente de bien”, para decirlo de una buena vez, rechaza los cuerpos en la calle (salvo cuando se juntan para linchar a un arrebatador de celulares, claro). No es para menos, el encuentro con el semejante más allá de las mediaciones que imponen los relatos del poder fáctico, amenaza la ilusión que por excelencia convoca al individuo neoliberal: vivir satisfecho y a salvo de la diferencia que encarna una alteridad actualizada allí en carne y hueso… No es de extrañar entonces que la reificación de ideales como Honestidad, República, Libertad, Educación, etc., sea la oscura contrapartida de este rechazo al cuerpo por el cual los ideales que brindan cohesión al conjunto social quedan vacíos de contenido. De allí el empobrecimiento simbólico que, cual marca en el orillo, distingue a todo proyecto neoliberal. De esta subjetividad signada por el delirio de vivir sin conflicto surge el electorado que, a pesar de su empobrecimiento, sostiene a Cambiemos.»

 Así, una nueva referencia al masoquismo anal.

Concluye el Lic. Zabalza:

 «La gente de bien aspira a borrar el conflicto propio de la pasta humana, ese malestar estructural que Freud bien describió en El Malestar en la Cultura, tarea cuya imposible realización desemboca en hacer cargo al Otro por las miserias que toca sufrir.

 Para decirlo todo: se goza de que el otro no tiene.

 Por algo en su genial Terrenal, Mauricio Kartun ponía en boca del Tatita Dios la condena destinada al odio de Caín:

 “Llevarás adentro el peor de los castigos que alguien puede llevar.

 Pero el peor de todos: no querrás que te vaya mejor.

 Querrás que a los otros les vaya peor”.» [9]

La expresión que al Lic. Sergio Zabalza le parece genial evoca la proclama de recalcitrantes energúmenos que desean y claman públicamente que el gobierno caiga de mala manera y cuanto antes, que huya en helicóptero; en suma “que le vaya mal” aunque eso obviamente significará que nos haya ido mal, muy mal, a todos, a ellos incluidos; pavada de “masoquismo” si los hay.

Quedan así de manifiesto las bases ideológicas que prefiguran el discurso que se comenta: una profunda aversión al actual gobierno, ab origine, previa a toda consideración objetiva y anterior a cualquier juicio de verdad, prejuicio que le permitió decir, a cuarenta días de iniciada, que esa gestión era un atropello a las instituciones y a la libertad de expresión, represión y cinismo; y, escasos meses después, concluir que los votantes, incluso los trabajadores, sólo pudieron votarlo por padecer de “masocrismo (perdón: masoquismo) primordial”, Zabalza dixit.

Quien aquí escribe debe confesar las serias dudas que tuvo –y, en verdad, sigue teniendo– de la fecha en que aparece esa primera publicación del Lic. Sergio Zabalza a las mínimas seis semanas de asumido el actual gobierno, llegando incluso a sospechar que la edición en la web donde fueron publicadas y de donde se extraen las citas indica mal su data; dicho así pues todavía cuesta creer que el autor pudiera haberse arrojado a semejantes impetraciones no sólo en tan corto plazo sino sin siquiera mencionar cuáles habrían sido los –inexistentes– actos de gobierno de atropello a las instituciones y a la libertad de expresión y de represión a que refiere.

Así visto y si efectivamente propaló esas lapidarias anatemas en enero y mayo de 2016, es claro que no pudieron obedecer a juicios de realidad sino a férreos prejuicios que, por cierto, tiene todo el derecho de abrigar en tanto no los presente como verdades axiomáticas o comprobadas y como premisa mayor de sus silogismos.

—ooo0ooo—

Enmarcado así en el contexto, podrá ahora asumirse el texto literal, el objetivo de estas líneas: la denuncia de ataque a la libertad de prensa y de expresión.

Y bien, el autor que se sigue no imputa al actual gobierno despido de periodistas por orden del Ejecutivo, bloqueos de circulación por piquetes partidarios o camioneros adictos, privación o minimización de publicidad oficial, a la inversa, cuantiosa asignación a medios aliados de ínfima circulación, como ocurriera durante los gobiernos previos.

De otro lado, quien quiera lea actualmente la cantidad de diarios nacionales y de provincia y revistas o recorra los canales televisivos de noticias, de transmisión abierta o por cable, las decenas de radios de amplitud y de frecuencia modulada, tanto generales como municipales y comunitarias, puede apreciar la diversidad de voces, concepciones políticas y posturas ideológicas; y ni qué decir de las redes sociales en las que circulan miles de mensajes por minuto sin posible control estatal o de nadie.

Tampoco significará violación de la libertad de prensa el cierre o dificultades económicas de diarios y estaciones de radio por la insolvencia de las empresas privadas licenciatarias debido a su bajísima calidad editorial, escasísima audiencia o tirada –incluso de distribución gratuita– y así con ninguno o pobres ingresos genuinos, y la cesación del enorme subsidio de publicidad oficial escandalosamente desproporcionada con esa mínima difusión. Tampoco podrá calificarse como ataque a la libertad de prensa la falta de aportes estatales para pagar los quebrantos o condonar las deudas de esas fallidas empresas privadas.

Entonces, es de preguntar cuáles serían los hechos que encendieron la alarma del Lic. Sergio Zabalza para acusar ataques a la libertad de prensa.

La respuesta la da él mismo en el propio comienzo de su trabajo al referir a hechos ocurridos en las “últimas semanas”. (Subrayado en el presente).

Y bien, lo que ocurrió en las últimas semanas fue la imputación y, en su caso, la detención de cantidad de ex funcionarios, sindicalistas y allegados por una larga serie de delitos genéricamente enmarcados en la corrupción, algunos de los cuales, además –y en forma muy secundaria a esas actividades–, son dueños de algún medio de comunicación.

Así, Cristóbal López, titular del Grupo Indalo, propietario de grandes empresas petroleras, constructoras de obra pública, químicas, alimentarias, asimismo, controlante del Banco Finansur y, además, dueño de un canal de televisión y de estaciones de radio, detenido en las últimas semanas junto a su socio Fabián de Sousa, entre otras fechorías por la retención fraudulenta de miles de millones de pesos –hoy serían unos quince mil millones- de impuestos pagados por los consumidores de sus estaciones de servicio “Oil”, presionando todavía para que sigan otorgándosele excepcionales planes de facilidades fiscales, benévolos concursos preventivos (convocatoria de acreedores) para licuar sus enormes deudas y permisos para vender sus activos, todo ello mientras periodistas, locutores, operarios y empleados de sus medios penan por cobrar los sueldos reclamando al Estado que aporte los fondos faltantes.

Los siguió Marcelo Balcedo, sindicalista y, además, dueño del Diario “Hoy” de La Plata de circulación sólo local, y de una radio, detenido por extorsión en asociación ilícita (banda), enriquecimiento injustificado, evasión y lavado de activos, ello así tras el descubrimiento de su obscena fortuna de mansiones fastuosas en Punta del Este, zoológico incluido, y decenas de otros inmuebles, gran flota de autos de alto lujo, aviones y embarcaciones, millonarias cuentas bancarias, cuyo descubrimiento, a falta de otra excusa, su diario atribuyó a un “Ataque a la libertad de expresión” tal como caratuló el 5 de enero ppdo. en primera plana, sobre fondo negro-luto y tipografía catástrofe a toda página. [10]

Se agregó la situación de Víctor Santa María, Secretario General del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal, Presidente del Partido Justicialista porteño, diputado del Parlasur y, además, dueño del Grupo Octubre, propietario de un par de radios y de Página/12 –conspicuo house organ del Lic. Zabalza–. Imputado por la Unidad de Investigación Financiera (UIF) por manejos defraudatorios de fondos sindicales, movimiento de millones de dólares injustificados, blanqueo a través de terceros y delitos relacionados, en un reportaje que dio a su diario insignia el 8 de enero ppdo. quiso explicar que la “real”, la verdadera razón de esas imputaciones no son los delitos que se le atribuyen sino un ataque a la libertad de prensa; dijo:

 «La realidad es que el atacado es un medio que, como sucede con Página/12, expresa posiciones editoriales diferentes a las posturas hegemónicas del gobierno nacional en materia de derechos humanos, garantías individuales, políticas económicas macro, derechos sociales, tarifas, inflación o endeudamiento.» [11]

Por cierto, los mencionados no fueron los únicos encartados judicialmente en las últimas semanas: a más de cantidad de ex ministros y altos funcionarios presos por corrupción, fueron detenidos los tenebrosos sindicalistas Omar “Caballo” Suárez, Juan Pablo “Pata” Medina y Humberto Monteros –a quien se le encontraron millones de pesos y dólares en efectivo en mochilas de lona, cajas de cartón y bolsas de consorcio, un arsenal de armas de guerra y drogas–, todos imputados con sólida evidencia de extorsión en banda, defraudación, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y cantidad de otros delitos siendo que ninguno de ellos es propietario de medios de comunicación, con lo que queda en claro que, al igual que Cristóbal López, Marcelo Balcedo y Víctor Santa María, sus detenciones e imputaciones no tienen relación con la libertad de prensa y expresión sino sólo con su flagrante conducta delictual.

Y es de notar que Víctor Santa María, dueño de Página/12, nunca fue detenido y que ninguno de los citados periódicos, canales y radios fue clausurado ni afectado en su funcionamiento por acción estatal de modo que todos siguen gozando de libre prensa sin censura previa ni posterior.

Con los apuntados antecedentes podrá ponderarse con mayores datos la consistencia de la denuncia del Lic. Sergio Zabalza sobre la supuesta privación de esos superiores derechos en la Argentina, ello así para mejor juicio de sus lectores, en particular los extranjeros dada la publicación que hizo de sus manifestaciones en el citado portal informático español.

*Abogado. Miembro de Zadig-Argentina (Nudo Libertad del deseo, subnudo Populismo y Estado de derecho).

[1]           https://www.pagina12.com.ar/86831-un-sintoma-que-no-tiene-nombre

[2]          https://zadigespana.wordpress.com/2018/01/09/un-sintoma-que-no-tiene-nombre/

[3]     http://www.perfil.com/elobservador/psicoanalisis-polemica-por-su-uso-en-politica.phtml

[4]      A la par del uso del prefijo “pos” para significar una cierta otra verdad superestructual, está de moda usar también la partícula “neo” para denotar una nueva forma de … y aquí puede ponerse casi cualquier cosa: neoliberalismo, neoautoritarismo, neototalitarismo, neocapitalismo, neoglobalismo y así en más, dejando al lector que adivine qué es lo que se quiere describir con esos “neo”logismos.

[5]           https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-290779-2016-01-21.html

[6]           https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-299654-2016-05-19.html

[7]           https://www.pagina12.com.ar/55495-por-que-los-votan

[8]           http://kontrainfo.com/la-jubilacion-la-verdad-se-llama-posverdad/

[9] https://www.fondodeculturaeconomica.com/DetallePrensa.aspx?seccion=Detalle&id_desplegado=88875

[10]       http://www.lanacion.com.ar/2098076-tras-la-detencion-de-balcedo-su-diario-saco-una-tapa-negra-con-el-mensaje-ataque-a-la-libertad-de-expresion

[11]          https://www.pagina12.com.ar/87730-mienten-para-armar-una-puesta-en-escena

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