La inflexible pureza

La inflexible pureza

 

Marcela Antelo*

 

Sabemos que algo olía a podrido en el reino de Dinamarca. Notemos el “algo”. El fool de Hamlet, el incauto de Lacan, preservaba el lugar de la verdad, desconfiaba de las cortinas, de las ratas y de los hombres-esponja que chupaban los favores del rey.

Hoy lo podrido nos mira –no hay cortina, hay un dado a ver qué enceguece. Lo abyecto impone un ojo absoluto, una sustancia que es íntima, siempre exteriorizada se da a ver a cielo abierto. Inclúyanme fuera de lo abyecto –todos dicen, “¡Vade retro Corrupción!’. Sin embargo, la cloaca hiede. Las aglomeraciones humanas nada quieren saber de las cloacas. Lacan decía que la gran cuestión de la humanidad era no saber lidiar con su propia basura. Por eso, inspirado en el poeta barroco Góngora, sabía que el mundo era lo inmundo.

Licurgo de Esparta fue uno de los primeros en combatir la corrupción. Siglo VIII A.C. Lo real era realmente su moneda. Anuló la moneda antigua de oro y plata, ordenó que solo se usaran monedas de hierro. Imaginen el peso y el volumen: ¿quién iría a hurtar o acumular, quien pagaría un soborno con ella, como cargarla? se preguntó Plutarco. La higiénica moneda de hierro de Licurgo fue objeto de burla, otro fool.

En un movimiento opuesto, el nada tonto Vizconde de Camamu, presidente de la provincia de Bahía en 1826, cuando descubre que en la ciudad circulan más monedas de cobre falsas que verdaderas, decide legalizar las falsas con el beneplácito del emperador. Buen ejemplo del ridículo político en tiempos del soberano. Lo fake pasa a ser nuestra moneda.

Como parte de la inmundicia, las pasiones de la civitas, las pasiones de la ciudad, están amortizadas, como menciona el Lacan de los años 50[1].

 Hay una decadencia vociferante de las pasiones del alma. El mercado transmuta los estados y las pasiones. El bien se vuelve el mal, y el mal se vuelve el bien; lo falso, verdadero. El egoísmo y la codicia, por ejemplo, hoy son atributos del espíritu emprendedor y proactivo, decidido. La envidia se vuelve espíritu competitivo. La avaricia es hoy prudencia. La indiferencia contra la tiranía crece, decía Orwell[2], mientras que el deseo de libertad individual declina. La vanidad, la autoestima y el cultivo de sí, se miden en aumento de masa muscular. La vergüenza es una especie en extinción.

El sufrimiento que nos visita cada día es el fiel de nuestra balanza, nuestra moneda. La moral es la peor forma de voluntad de goce; el sadismo de la exigencia moral, lección clínica. Solo una politización de la corrupción puede responder a una moralización en fuga.

Cuando Lacan establece el encuentro con la porquería –nosotros la llamamos el objeto pequeño a – en la que el sujeto se sostiene[3], afirma que ella es necesaria. Porquería minúscula. Allí dice sobre la inflexible pureza de Sócrates y de cómo ser puro así es correlativo a no tener lugar, a ser atópico.

En la amortización de la civitas vemos florecer el purismo higienista. Hoy en día, la pureza inflexible tiene un lugar, no es atópica. La porquería no es minúscula, es mayúscula y, lejos de caracterizar a los desterrados en suicidio heroico, se vuelve un atado con alambre nacional.

La pureza se encarna en múltiples cuerpos. El presidente chino indició 120 altos oficiales, directores de empresas estatales y a más de 100.000 personas como objeto de la limpieza que desató en 2012. El papa Francisco denuncia los pedófilos; los alcaldes higienizan ‘zonas’; ministros de cultura con lágrimas en los ojos se declaran honestos. Lo excesivo de los enunciados acusa la falta en la enunciación. El higienismo retórico es veneno.

Como decía el poeta Djavan: “nobles y caraduras, sofocados en un mismo ideal”. No podemos mirar la corrupción a través de una higiénica Cámara Gessel, ya que como enseñó Lacan, solo vemos con palabras[4].

Una vez que aquí se trata de acción, ¿qué hacer?

Después de 150 años de tradición, en el último mes de junio una ley inglesa[5] prohibió que los clásicos seres hablantes que subían a un banquito en los speakers’s corners distribuidos en las plazas inglesas, se sirvieran del instrumento. “Sin el banquito perdemos el orgullo y perdemos la voz”, protestaron los hablantes. “Subir al banquito implica estar abierto al debate”, vociferaron. «L’angolo del parlatore», se lo llama en Italia, bien antes de practicar la higiene de las manos, manos limpias. Antiguamente, solo la corrupción del habla, la profanación, podría interrumpir un acto libre del parlatore.

Algunos años atrás, Gustavo Dessal proponía como santuario analítico Xemáa El Fnáa, la plaza de Marrakech, la plaza de las palabras[6].

En Bahía, la movida Zadig se mueve tras ese asunto. La corrupción de la palabra, la indiferencia frente a ella, las telarañas invisibles de la policía de los discursos, “las instancias insanas del discurso capitalista correcto”[7], como dijo Marie-Hélène Brousse aquí presente hace algunos años.

En suma, servirse del lenguaje que es pura diferencia para sacudir el ideal que sofoca y poder distinguir nobles de caraduras, tontos de canallas. Los que venden oro y dan cobre, o los que simplemente venden cobre, los infames, los ladrones, y todo lo que el tesoro del significante nos ofrezca. Entre secretarias y mecánicos, no como experts, tomar la palabra en el rincón público de los hablantes.

Vine con tacones, que ya no tengo costumbre de usar por la edad avanzada, porque me pareció desmesurado traer mi banquito de palo-Brasil. Imagino y espero que me acompañen en este devaneo, porque estoy subida en ellos con las patas sociales. Elijo ese ángulo para un abre alas analítico. Gracias.

(Intervención pronunciada en el I Foro “Estado de Derecho y corrupción. Lo real del psicoanáisis es nuestra moneda”  de La movida ZADIG (Brasil) – Movimiento Doces & Bárbaros ocurrido en São Paulo, 18/08/17.  Publicado originalmente en português en Correio Express, n.0, revista on-line da EBP – Escola Brasileira de Psicanálise. San Pablo, noviembre de 2017. Disponible en: http://www.ebp.org.br/correio_express/000/texto4.html)

*Psicoanalista, miembro de la AMP (EBP)

[1] LACAN, Jacques. “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. [1949] In: ___. Escritos. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2014, p. 105. «Los sufrimientos de la neurosis y de la psicosis  son para nosotros la escuela de las pasiones del alma, del mismo modo que el  fiel da balanza psicoanalítica, cuando calculamos la inclinación de su amenaza sobre comunidades enteras, nos da el índice de amortización de las pasiones de la civitas.”

[2] ORWELL, George. Freedom of the Park, Tribune, GB, London December 7, 1945.

[3] LACAN, Jacques. El seminario de Jacques Lacan, libro 11: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” [1964]/ texto establecido por Jacques-Alain Miller. Buenos Aires: Paidós, 2010, p. 266. “Pues bien, por nuestra parte decimos que fundamos la seguridad del sujeto en su encuentro con la porquería que le sirve de soporte, el objeto a cuya presencia, puede decirse legítimamente, es necesaria. Piensen en Sócrates. Su inflexible pureza y su atopía son correlativas”.

[4] LACAN, Jacques. El seminario de Jacques Lacan, libro 1, “Los escritos técnicos de Freud” [1953-1954]/texto establecido por Jacques-Alain Miller. Buenos Aires: Paidós Editor, 1984, p. 214. “En otros términos, la relación simbólica define la posición del sujeto como vidente.”

[5] Victory! the ladders are back at speakers corner <https://www.youtube.com/watch?v=K8_AD-xC_0w&t=3s>.http://soundsfromthepark.on-the-record.org.uk/

[6] DESSAL, Gustavo, “Patologías del yo en el mundo contemporáneo”. In: La integración del psicoanálisis en la sociedad de nuestro tiempo, Actas de la IX Jornadas de la Sección de Psicoanálisis de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, Madrid, 2007, pp. 151-156.

[7] BROUSSE, Marie Hélène, « Prosema: L’interpretation qui tue », Lacan Quotidien, n. 22, 14 septembre 2011. Disponible en: http://www.lacanquotidien.fr/blog/2011/09/voila-pourquoi-prosema%C2%AE-est-l%E2%80%99interpretation-qui-tue-par-marie-helene-brousse-lq-22/

 

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